Ayer vi Jumper, ya se ya se, pero en esta dimensión el cine es la ostia de caro que queréis que haga, mientras la veía, no sé porque me dio por pensar en el afán completista que tenemos, quizás fuera porque la película me dejó con la sensación de faltaba algo, menos mal que la segunda parte ya está en producción (2011).
Pero bueno el tema es “El afán completista” ese gran conocido.
Todos lo hemos sufrido, es esa sensación desagradable en la garganta, como si nos hubieras tragado una chuleta para que no nos pillasen, una unión de tinta, papel, culpa y miedo. Este síndrome tiene sus pros y sus contras, vamos a analizarlo.
Pros:
• La imposibilidad física de dejar una colección incompleta nos eleva la adrenalina y la serotonina haciendo que seamos capaces de recorrer todas las librerías especializadas, quioscos, mercadillos y casas de amigos en busca de cualquier número que nos falte.
• Al tener que controlar las colecciones somos extremadamente ordenados y tenemos cada comic en su sitio exacto y milimétrico.
• Ni Brain Trainer ni ostias, el tener que acordarse de los 300 números (mínimo) de cada colección nos agudiza la memoria a unos niveles sobrehumanos.
• El recorrer cada tienda, librería, antro, chabola o cualquier sitio donde haya el más mínimo rastro del comic que buscamos hace que conozcamos a un montón de peña, lo que hace que siempre nos encontremos a alguien conocido haya donde vayamos.
Contras:
• El orden que demostramos con los comics raramente se extiende al resto de las cosas, lo que hace que además de ser desordenados en generar la gente se mosquee porque para los putos comics/dvds/figuras… si se sabemos ser ordenados.
• Saturamos tanto nuestro cerebro de datos frikis que es raro que quede sitio para otras cosas (menos mal que el otro es programador y sus recuerdos cuelan como friks)
• Es cierto que conocemos a mucha gente pero la mayoría no es del tipo con la que quisieras que te viesen en público, sobre todo si quieres dejar de ser virgen antes de que ya no te importe serlo.
• Es cierto que buscamos como descosidos pero eso deja poco tiempo para otras cosas, me remito al final del caso anterior.
• Por último, nuestro síndrome nos impide dejar una colección, por mala que sea, por aburrida, porque no tengamos ya ni para chicles, seguiremos hasta que muera la colección o nosotros.
En resumen nadie conoce por lo que pasamos cada vez que tenemos que recortar gastos, o cuando para “sincronizar” colecciones nos ponen números dobles a cascoporro y lo que antes costaba N ahora cuesta Nx3 (si el doble de un comic es el triple), llegamos a nuestra tienda de confianza y nuestro amable dependiente, más que eso, nuestro colega, nos mira con cara lánguida, en ese momento sabemos que vamos a sufrir, sudor frio, 200 pulsaciones, calor en la cabeza, leve mareo… entonces aparece uno de tus compañeros de tienda y entre pullas, chistes y charlas se disuelve todo lo anterior y te empiezas a sentir bien.
Y es que al final va a resultar que no somos unos marginados, va a resultar que los friks somos sociables, va a resultar que, en realidad, somos clasistas y no queremos que nadie invada nuestro mundo, un mundo que es claramente mejor que el que el resto de la gente quiere o tiene.
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